LA FAMILIA MIRANDA

La familia Miranda,  es ya muy conocida en nuestro territorio Colombiano, por lo general salen de paseo en manada, se caracterizan por ser una familia unida, casi siempre está compuesta por: la madre, el padre, los hijos y l@s novi@s de los hijos, un tío, un hermano del papá y por supuesto la abuelita, ¡ah! y un amigo del barrio, buscan los lugares cercanos a la ciudad capital para la distracción familiar si es a un peaje o menos de distancia, mucho mejor.

Les encantan las degustaciones y los lugares free, osea en donde no haya que pagar, van de fiesta popular en fiesta popular disfrutando de las actividades “al gratin”, son de los que compran tamales y buscan una manguita con buena vista para sentarse y comerse el envuelto sin tener que pagar descorche, aprovechan y se compran una gaseosa mega y los siete vasos para que todos puedan tomar. Y a veces andan con la comidita en una loncherita de icopor, que claro está, siempre la dejan con lo que no comieron en la manga, calle o acera donde comen. Disfrutan de la música a alto volumen, que ponen  en sus camionetas último modelo, o por lo menos modelitos no tan antiguos, que parquean en cualquier calle, pues para esta especie el único parqueadero posible son las zonas residenciales de dónde llegan. Tienen el último celular que sale al mercado con su respectivo estuche con corona integrado, que más parece un radio de los años ochenta que un teléfono celular con el que necesitan tomarse unas 100 mil fotos para poder confirmar si están donde creen que están.

Los caracteriza su lenguaje y expresiones; pero sin duda lo que más los hace notables es esa gran frase que pronuncian cada vez que pasan por un toldo de artesanías o un mercadillo, o negocio de cachivaches ya sea Chino  o nacional, de manufactura perfecta o con desprolijos acabados: ! MUY BONITO ¡ Y ¿CUÁNTO VALE?  y luego de una promisoria conversación que promete hacer la venta del día , qué digo día, del año, rematan con su ya célebre, conocida y famosa frase: ¡VOY A DAR UNA PASADITA Y AHORA VUELVO ! y repiten nuevamente en voz alta antes de dejar el toldo , o mercadillo o puesto -… me dijiste 100.000 ? – ¡Ah listo ! 

Esta es la radiografía de la familia miranda, la que en ocasiones somos todos ; la que en algún momento de la recesión económica con esas ganas de salir de vuelton y con la promesa de moverse seguro por cualquier carretera, se sienten colonizadores, extranjeros en su propia tierra, y sienten que ir a un pueblo es  pagar poquito, disfrutar mucho y hacer lo que se les da la gana, sin respetar la cultura, tradiciones, espacios y a los mismos habitante, en eso nos convertimos los Colombianos o eso hemos sido, con unas ganas de aparentar, de ser mejores frente a lo desconocido, con muchas ganas de comprar pero con la billetera que siempre recuerda que es mejor ver qué comprar, qué es mejor aparentar que ser. 

La familia miranda ésta presente en todo nuestro territorio colombiano; pero no todos son de la familia Miranda, también existe otra especie menos visible y menos reconocible, la que se camufla cual espécimen en la selva, que no hacen bulla en sus carros modeludos, estos promueven el comercio local, son “cultos” les interesa la arquitectura, gozan de un buen plato típico en un lugar de buen gusto y finamente decorado, con excelente atención sin importar el precio; pero con calidad, entran a un lugar y compran, simplemente porque reconocen el producto de buena factura, el hecho a mano, lo típico, respetan las tradiciones locales, no roban “piecitos” de matas, respetan a los animales, y se llevan su basura o por lo  menos la tiran en una canasta.

Ambos, los Miranda y los camuflados funcionan como los imanes y sus polos, ¡se atraen! buscan lugares que les brinden esos atractivos de los cuales disfrutar, cada uno con su nivel de educación, con su nivel de impacto positivo y negativo para el lugar que visitan.